La preocupación, el estrés y el temor disminuyen cuando afirmo orden divino. Con cada reto superado, problema resuelto o curación experimentada, fortalezco la conciencia de orden divino que obra en mi vida. Aprendo a reconocer y liberar mis respuestas negativas. En vez de reaccionar, actúo partiendo de un lugar de satisfacción divina. Dejo de preocuparme por las soluciones. Las soluciones no se encuentran morando en el problema, son reveladas al elevarme en conciencia y centrar mi mente en el Espíritu. Mantengo mis pensamientos y sentimientos en la luz del amor y el orden divinos. Al tener fe en Dios, permito que mi vida se desenvuelva de maneras divinas y ordenadas. ¡Gracias, Dios, por el orden divino que obra en mí!
Texto devocional: Primero sale una hierba, luego la espiga, y después el grano se llena en la espiga.—Marcos 4:28