Cuando oro, estoy receptivo al fluir del bien, la guía y la inspiración divinas. Dejo ir las preocupaciones apartando mi atención de los problemas y temores. Descanso en la presencia de Dios. Si mi necesidad es de curación, afirmo la vida divina en cada órgano y célula en mí. Si deseo prosperidad, alejo mis pensamientos de escasez y declaro abundancia. Cualquiera que sea la necesidad, mantengo mi fe y atención sólo en la actividad del Espíritu. Oro por mi familia, comunidad, país y por nuestro mundo —manteniendo la alta vigilia y afirmando el mayor bien para todos. Imagino que la luz divina resplandece sobre y en cada uno de nosotros, inspirándonos y bendiciéndonos, guiándonos y elevándonos en espíritu.
Texto devocional: Luego de despedir a la gente, subió al monte a orar aparte.—Mateo 14:23