Soy una creación de Dios; la divinidad está entretejida en cada fibra de mi ser. Mi verdadera naturaleza es paz, amor y gozo. Aprecio que soy divinamente bueno e inspirado por el Espíritu. Sin embargo, puede que haya veces en las que, en mi humanidad, me exprese de manera que no refleje mi verdadera naturaleza. Mas en vez de criticarme por cualquier error, tomo tiempo para dirigir mi mente a Dios. Me conecto de nuevo con mis cualidades divinas, y recuerdo la Verdad de quien soy: un reflejo de mi Creador. Cada momento es una oportunidad de expresar más plenamente mis cualidades dadas por Dios. Soy una mejor persona cuando tengo presente mi unidad con mi Creador.
Texto devocional: Y Dios creó al hombre a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó.—Génesis 1:27