Cuando las oportunidades para trabajar en colaboración con otros se presentan, mi vida es enriquecida grandemente. Al trabajar en equipo, afino mis habilidades y comparto mis dones en servicio a los demás. Al colaborar, puedo apreciar las expresiones polifacéticas del Espíritu divino, y cómo una variedad de aptitudes y habilidades satisfacen las diversas necesidades de la vida. Aun si el trabajo en equipo es retador, permanezco con la atención centrada en la fe y en la comprensión, creciendo en conciencia espiritual. Recuerdo que cada persona es única. Al hacer espacio para que el Espíritu divino obre en todo lo que hago, mi trabajo con los demás me bendice exponencialmente.
Texto devocional: El cuerpo humano, aunque está formado por muchos miembros, es un solo cuerpo. Así también Cristo.—1 Corintios 12:12