AL CONFIAR EN EL PODER PROSPERADOR DE DIOS, ME ABRO A NUEVAS BENDICIONES. La prosperidad es la herencia divina de cada persona. Cosechar la provisión abundante de Dios viene al aceptar responsabilidad por mi conciencia con respecto a asuntos financieros. Afirmo que Dios es mi fuente de prosperidad instantánea, constante e infinita, y me permito sentir la verdad de esas palabras. Fomento estas semillas de pensamiento en el suelo fértil de la sustancia divina y desyerbo cualquier pensamiento de escasez o limitación que pueda dañar los frutos de mi trabajo. Con fe, mantengo mis pensamientos centrados en las ideas divinas de abundancia y suficiencia. Al cultivar mi conciencia, abro el camino para bendiciones nuevas e infinitas.
Texto devocional:Y aquel que da semilla al que siembra, y pan al que come … los multiplicará, aumentándoles así sus frutos de justicia.—2 Corintios 9:10