Si estamos haciendo algo que nos gusta, el tiempo parece volar. Lo opuesto también puede ser cierto: si hacemos algo que no nos agrada, miramos constantemente el reloj y el tiempo parece no pasar. Al vivir cada momento plenamente, agradecidos por cada oportunidad, somos bendecidos y somos una bendición. Cada instante de nuestras vidas es un regalo de Dios. Vivamos cada momento como si fuera una cita divina. En vez de ofuscarnos por la lista de cosas por hacer, podemos verlas con una actitud de gozo y expectativa, sabiendo que cada día es un regalo y una bendición. Al mantener nuestro pensamiento centrado en Dios, reconocemos que tenemos tiempo suficiente para lograr más de lo que soñamos y que cada momento nos brinda una oportunidad.
Texto devocional: Todo tiene su tiempo. Hay un momento bajo el cielo para toda actividad.—Eclesiastés 3:1