Cada cosa viviente tiene un propósito —desde el insecto más pequeño hasta el elefante más poderoso. Sin embargo, puede que me pregunte: ¿Quién he de ser? ¿Qué debo hacer? Si deseo tener una mayor conciencia de mi propósito, me dirijo a mi interior. Recuerdo mis valores y aquello que me motiva. Bien sea que actualmente viva con propósito o busque una manera específica para expresarme, el Espíritu me llama a ser todo lo que puedo ser. Este llamado puede ser obvio o sutil. Me comprometo a estar atento y responder al llamado de la vida y desempeñar mi papel único en este mundo maravilloso. Cuando me encanta lo que hago y lo hago con propósito, soy una bendición para el mundo.
Texto devocional: Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, es decir, de los que él ha llamado de acuerdo a su propósito.—Romanos 8:28