El deleite en los ojos de un niño al abrir un regalo proporciona gozo a quien lo da. Lágrimas de agradecimiento de parte de quien recibe ayuda eleva el corazón. Dar una mano a un amigo en un momento de necesidad lo bendice y me bendice. Jesús enseñó que debemos amarnos los unos a los otros, que hemos de compartir nuestro tiempo y atención sin esperar nada a cambio. Cuando hacemos esto establecemos una conciencia mediante la cual recibimos bendiciones inimaginables a cambio. Al dar, recibo. Cuando soy generoso creo un círculo de amor y bien que se expande no sólo para bendecirme, sino para bendecir a todos en mi mundo.
Texto devocional: Den, y se les dará una medida buena, incluso apretada, remecida y desbordante. Porque con la misma medida con que ustedes midan, serán medidos.—Lucas 6:38