Dondequiera que estoy, Dios está. Esta frase reconfortante afirma que el poder de Dios está siempre en mi vida, siempre disponible para mí. La clave para tener acceso a él se encuentra en reconocerlo e invocarlo conscientemente. Puede que me esfuerce en enfrentar retos utilizando solamente mi iniciativa y poder personales, olvidándome de confiar en el poder morador del Espíritu. Cuando hago una pausa para abrir mi mente y corazón al fluir divino, encuentro que mi fortaleza es renovada y mi camino es claro. La presencia y el poder de Dios son mi fortaleza y mi ayuda en todo momento y ante cualquier situación. Afirmo esta verdad para alinear mi conciencia con mi Fuente y avivar mi fe.
Texto devocional: Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.—Efesios 6:10