Cuando disfruto de salud óptima, mi cuerpo trabaja con gran eficiencia. Sustento mi cuerpo comiendo alimentos nutritivos y haciendo ejercicios con regularidad. Caminando o corriendo, sentado o de pie, estoy consciente de la maravillosa habilidad que tiene mi cuerpo de ajustarse a lo que hago. Mas tengo presente que soy más que mi cuerpo físico. Una mente saludable es igualmente importante para mi bienestar. Ejercito mi mente y la mantengo activa mediante conversaciones animadas, aprendiendo cosas nuevas y orando. Abro mi corazón a Dios, y doy gracias por una mente, un cuerpo y un espíritu saludables. Dios sana lo que debe ser sanado, preparándome para recibir las bendiciones futuras.
Texto devocional: Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.—Romanos 8:6