Dejar ir
DEJO IR Y VIVO EN EL FLUIR DEL BIEN DE DIOS:
Cuando los perros juegan con una pelota, a menudo desean repetir el gozo de correr detrás de ella una y otra vez. Algunos perros se aferran a la pelota, sin comprender que para seguir jugando tienen que soltarla. Cuando deseo mantener una experiencia, tal vez me apegue tanto a ella que obstaculice recibir lo que deseo.
Dejar ir lo que deseo es la manera de recibirlo. Al dejar ir, se lo entrego al Espíritu y confío en que el resultado deseado o algo mejor vendrán a mí. El aferrarme detiene la ley de circulación, el ciclo de dar y recibir.
Dejar ir y dejar a Dios actuar demuestra confianza en la sincronía divina, el orden perfecto y la prosperidad. No aferrarme le ofrece al Espíritu divino la oportunidad de obrar.
Texto devocional:
El rey ordenó que le abrieran la cárcel; el señor que gobierna los pueblos lo liberó.—Salmo 105:20