Sin edad YO SOY LIBRE Y NO TENGO EDAD. Así como el otoño da paso al invierno y éste a la primavera, experimento cambios en mi vida que pueden influir la manera cómo percibo a los demás y a mí mismo. Sin embargo, no existe un cambio en mi edad o en mi vida que pueda alterar la Verdad: Gracias al espíritu de Dios en mí, no tengo edad y estoy libre de limitaciones. Soy una expresión viviente del amor y la vida de Dios. Ya sea joven físicamente o joven de espíritu, recibo con alegría cada momento como una oportunidad para encontrar nuevas maneras de expresar mi naturaleza divina. El amor de Dios en mí me apoya y me inspira a vivir gozosamente. Nazco de nuevo cada día. Estoy listo para seguir donde el Espíritu me guíe. No tengo edad y soy libre. Sea bendito el nombre de Dios … porque suyos son el poder y la sabiduría.—Daniel 2:20