Soy un ser físico, espiritual y social. En mí existen cientos de partes que forman un todo. Mi esqueleto me sostiene. Mi corazón circula la sangre que ha sido oxigenada por mis pulmones. Mi cerebro vigila diferentes procesos. Cada parte de mi cuerpo tiene una función y un propósito específicos. Soy la suma de estas partes y éstas me permiten pensar, respirar, moverme y sentir. La energía divina fluye por medio de mí, proveyéndome vitalidad. Sólo existe un ser como yo, soy una creación magnífica de Dios. Doy gracias por mi cuerpo y la manera sorprendente cómo trabaja sin que yo esté consciente de ello. Alabo mi cuerpo por su fortaleza, y doy gracias a Dios por haberme creado.
Texto devocional: Te alabo porque tus obras son formidables, porque todo lo que haces es maravilloso. ¡De esto estoy plenamente convencido!—Salmo 139:14