Cuando siento y expreso gratitud, abro la puerta que permite que el bien de Dios entre en mi vida. Estoy dispuesto a mantener pensamientos afables, decir palabras de agradecimiento y actuar de manera apreciativa. Tomo conciencia de las bendiciones que ya están presentes en mi vida. A lo largo del día evalúo mis pensamientos. Hago una pausa y me pregunto: “¿en qué estoy pensando?” Si noto un pensamiento negativo o que no está en acorde con mi mayor bien, cambio mi enfoque. Pongo de nuevo mi atención en las bendiciones recibidas y en las que están por venir, y mi sentido de gratitud se magnifica. No importa lo que suceda en mi vida, siempre puedo encontrar algo por lo cual estar agradecido. La gratitud crea una nueva actitud en mí.
Texto devocional: ¡Alabemos al Señor, porque él es bueno; porque su misericordia es constante!—Salmo 107:1