Cuando las cosas van bien en nuestras vidas, es fácil tener fe y confiar. Sin embargo, podemos sentir duda si los resultados son menos de lo que esperábamos. Durante esos momentos, afirmo: Con Dios todo es posible. Aun cuando no vea que el resultado deseado se ha concretado, permanezco fielmente consciente de la presencia y el poder de Dios. Sé que soy guiado cuando hago un plan o tomo acción; nunca estoy solo. Dios está aquí, conmigo y en mí. Mi fe en Dios nunca varía. Dios está presente por doquier y es omnisciente. Mi fe es profunda. Sé, con la certeza que me brinda la fe, que con Dios todo es posible.
Texto devocional: Por eso vivimos siempre confiados, pues sabemos que mientras estemos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque vivimos por la fe, no por la vista).—2 Corintios 5:6-7