Estar en mi casa, rodeado de las personas y mascotas que amo, me proporciona seguridad y confort . Sin embargo, dondequiera que vaya, me siento protegido porque estoy seguro en la presencia amorosa de Dios. Aunque no pueda ver físicamente que la presencia de Dios me rodea, sé que soy protegido de manera divina. Con Dios como mi guía siempre presente, no temo a nada ni a nadie. Estoy sereno y confiado porque Dios está conmigo. Nunca estoy solo. Esta conciencia de Dios me da paz verdadera y consuelo. Si enfrento una situación peligrosa, me mantengo en calma. Tengo la fortaleza y la claridad de pensamiento necesarias para reconocer lo que necesito hacer para permanecer a salvo. Estoy seguro en la presencia amorosa de Dios.
Texto devocional: Pero tú, Señor, me rodeas como un escudo; eres mi orgullo, el que sostiene mi vida.—Salmo 3:3