Jesús dio un gran ejemplo de amor cuando pidió a Dios que perdonara a quienes lo crucificaron. Yo también soy capaz de perdonar y amar. Si alguien dirige su dolor hacia mí o me culpa de un mal entendido, practico el perdón. Tengo presente que el corazón humano puede sanar sus heridas más profundas. Pido a mi poder más elevado la fortaleza para dejar atrás cualquier experiencia dolorosa y mantener mi balance emocional. Sé que soy guiado de manera divina y que puedo establecer límites donde sean necesarios. Visualizo que todos somos iluminados con sabiduría y comprensión. El amor de Dios en mí es mayor que cualquier desafío. Todo pasa, mas la luz de mi corazón resplandece por siempre según me relaciono con los demás.
Texto devocional: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.—Lucas 23:34