Mi cuerpo es una manifestación física de lo Divino. Doy gracias por todas sus funciones, y le envío bendiciones desde la cabeza hasta los pies. Afirmar salud estimula la vida divina en cada célula de mi ser. Durante mis ratos de meditación, reflexiono acerca de la energía de vida espiritual que circula por mis venas con cada latido de mi corazón. Como una luz que se enciende desde lo interno, siento el resplandor cálido y bendito que irradia de mí. Cada célula, órgano y sistema que compone mi ser físico está siendo renovado y restaurado por una energía de vida sanadora. Ahora mismo, aquí donde estoy, soy sano y completo.
Texto devocional: Le rogaban que los dejara tocar al menos el borde de su manto. ¡Y todos los que lo tocaban quedaban sanos!—Mateo 14:35-36