Llevar una vida osada y vibrante no significa negar mis temores. Reconozco cualquier sentimiento de miedo o ansiedad, mas no les permito que me gobiernen ni que eclipsen mi conciencia del bien omnipresente de Dios. Por el contrario, reconozco que cuando siento temor es el momento de profundizar y demostrar la magnitud de mi fe. Con mi atención centrada en la Verdad, afirmo que no existe circunstancia que pueda derrotar el poder del Espíritu en mí. Reconozco que tengo la fortaleza y la sabiduría para superar todo desafío en mi vida. Al cambiar el temor por la fe, prevalezco. Bien sea un reto físico, una lucha emocional o una preocupación financiera, al confiar en Dios siempre sé qué hacer, dónde ir y qué decir.
Texto devocional: Pero yo, cuando tengo miedo, confío en ti.—Salmo 56:3