Las cosas en las que enfoco mi atención se convierten en el centro de ella, de manera que elijo mantener el amor y la paz como puntos focales, permitiendo que estas cualidades infundan mis actividades diarias. Aprecio los colores del amanecer, las nubes que se mueven en el cielo y el rocío que refresca las flores. Veo cómo alentar y animar a los demás crea un ambiente afable y apacible. Dios me ha dado un corazón generoso que se goza al compartir. El amor fluye hacia mí mediante una llamada inesperada, un simple abrazo o una oferta de ayuda. Sincronías asombrosas se desarrollan a medida que permanezco atento a toda la amabilidad, la belleza y la paz en mi vida y en el mundo.
Texto devocional: Piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable.—Filipenses 4:8