Una de las mejores cosas que puedo hacer por mi salud y bienestar es perdonar. Aferrarme a pensamientos o sentimientos negativos me hace daño a mí, no a quien me ofendió. El perdón abre el camino para que el bien fluya en mí y por medio de mí, estimulando la curación física, mental y emocional. En la quietud de la oración, afirmo el deseo profundo de mi corazón de perdonar y ser perdonado. Estoy receptivo al amor divino, sabiendo que dicho amor sana cualquier ofensa. Cuando veo a los demás con ojos afables, me lleno de compasión y comprensión. Envío pensamientos de afecto y perdón a todos. Dejo ir todo resentimiento y permito que el amor divino guíe mis palabras y acciones. Soy compasivo porque soy una expresión de Dios.
Texto devocional: No condenen, y no serán condenados. Perdonen, y serán perdonados—Lucas 6:37