Gracias, Dios, por esta vida sorprendente y todo lo que hay en ella. Gracias por Tu omnipresencia, la cual me inspira a experimentar Tu naturaleza gloriosa, tanto en mi interior como a mi alrededor. Gracias por Tu omnipotencia, la cual hace que experimente Tu fortaleza y perseverancia a cada momento y en cada situación en mi vida. Gracias por Tu omnisciencia, la cual me guía a vivir con sabiduría y comprensión. Centrado en Ti, reconozco que Tu voluntad y la mía son en Verdad una. Tu amor es un manantial perpetuo de consuelo, sustento y gozo para mí. La vida eterna es la fuente misma de mi salud radiante y vibrante y de mi bienestar. Demuestro fielmente mi naturaleza divina hoy y todos los días. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos.—Juan 17:10