Mente de Cristo TENGO LA MENTE DE CRISTO.
Jesús vivió la Verdad espiritual que conocía. Y yo puedo hacer lo mismo; yo tengo la mente de Cristo. Si extravío algo o no recuerdo el nombre de alguien, descanso y tengo presente esta verdad eterna: nada nunca está perdido. El confiar en el espíritu de Cristo en mí aparta mi atención de la preocupación y dirige mi mente a pensamientos productivos. La sabiduría y la comprensión provienen de la fuente infinita de toda sabiduría. Sé qué hacer cuando necesito saberlo. Si un ser querido se está volviendo olvidadizo, incluyo a esa persona en mis oraciones. Sé y afirmo que mi ser querido también ha heredado la mente de Cristo. Lo visualizo sano y bien, expresando la sabiduría divina que mora en su interior. Confío en Dios y siento gratitud por el regalo de la Mente crística. Voy a hacer lo que me has pedido.—1 Reyes 3:12