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viernes, 17 de junio de 2016

Doy a mi día una infusión de risa, baile y canción.

Gozo


Es fácil sentirse atrapado por la seriedad de la vida, así que me fijo la intención de hacer aquello que fomente el gozo. Me convierto en un conducto natural de alegría para los demás y recuerdo que el gozo es mi estado natural.
La vida se supone que sea gozosa. Si encuentro que sólo doy atención a las tareas diarias o a las noticias del mundo, recuerdo que no estoy aquí en la Tierra para ser sombrío. Soy un mensajero de alegría, el gozo del Espíritu fluye en mí. Hoy me siento libre para hacer las cosas que me proporcionan felicidad. De esta manera, me convierto en un conducto de gozo para quienes están a mi alrededor. ¡Mi júbilo es contagioso! Doy gracias a Dios por el gozo y me comprometo a vivir con alegría cada día.

Texto devocional:
¡Alégrense y regocíjense en el Señor! … ¡canten todos llenos de alegría!—Salmo 32:11