Tal vez me pregunte cuál es la diferencia entre dejar ir y rendirme. Comprendo la diferencia cuando mi atención está enfocada en la vida divina en mí. Dios es la luz guiadora que dirige mi alma en una dirección positiva de crecimiento espiritual. Al dejar ir y permitir que Dios guíe mi camino, encuentro que experimento mayor sabiduría y discernimiento.
Ahora mismo, centro mi atención en la presencia de Dios en mí. Dios es un poder magnético que eleva mi alma. Tomo aire lentamente, y afirmo: Dejo ir; luego dejo ir el aire diciendo Dejo a Dios actuar. Con cada nueva respiración soy atraído más y más hacia Dios; siguiendo la dirección hacia mi mayor bien y mi crecimiento más significativo.
Texto devocional:
Voy a enseñarte el camino que debes seguir, y no voy a quitarte los ojos de encima.—Salmo 32:8