El perdón es un paso importante en mi sendero espiritual. Aunque reconozco que perdonar a otros es favorable, tengo presente que perdonarme a mí es esencial para fomentar mi completitud. Jesús nos dijo: “Que se amen unos a otros. Así como yo los he amado” (Juan 13:34). Inherente en ese amor se encuentra la habilidad de perdonar. Con mi atención enfocada en el amor sanador de Dios, el cual fluye por medio de mí, dejo ir todo pensamiento o sentimiento de falta de perdón. Al hacerlo, algo increíble sucede. El amor y la comprensión que me alivian y sanan también bendicen a otros. El perdón aclara mi camino. Gracias al perdón soy libre para amar y ser amado.