Mi jornada de vida es como una expedición, algunas partes predecibles y otras totalmente inesperadas. Puede que me aventure por un camino solamente para ser desviado a otra ruta. Comienzo mi día, o mi expedición, en una conciencia fervorosa del Espíritu. Manteniéndome receptivo a Su guía, busco y encuentro bendiciones en todas mis circunstancias. Al ofrecer ayuda y reconocer el valor de los demás, me convierto en una bendición en sus vidas. En sociedad con el Espíritu, tomo decisiones valerosas. Vivo plenamente, lleno de emoción por lo que está ante mí. Mi espíritu valiente recibe con gozo cualquier variación en el camino, porque dondequiera que pueda ir, Dios va conmigo y todo está bien.
Texto devocional: Siempre tengo presente tu misericordia, y jamás me aparto de tu verdad.—Salmo 26:3